Coherencia, anomalía y metodología integrativa

por | Ene 26, 2025 | Artículos

Lo raro

El ser humano está dotado de un sistema nervioso cuya tendencia general es buscar la estructura y orden. Nuestro yo-consciencia como abanderado de esta orientación, tiende a simplificar, a buscar coherencia y a elaborar textos con sentido. Todo esto ha contribuido a nuestra supervivencia como especie, pero en otro sentido, también ha facilitado que desarrollemos historias excesivamente lineales, simples y hasta falsas de muchos de los aspectos de nuestra vida.

El ser humano está dotado de un sistema nervioso cuya tendencia general es buscar la estructura y orden.

En cuanto a lo relacionado con los valores básicos para la supervivencia sigue siendo válida la premisa de la coherencia, la linealidad, la simplificación y el orden. Podríamos decir, como sugiere M. Solms, que la lógica de la coherencia que busca nuestro cerebro permite que la información no se convierta en energía libre y favorezca el caos-entrópico.

Pero, al mismo tiempo, nuestro yo podría calcificarse, embotarse o cegarse, llamémosle como queramos, pues es una realidad que por la necesidad neuronal de coherencia podemos quedar petrificados y reproducir de forma mecánica nuestros estilos de existencia sin fin, impidiendo que nuestra vida se enriquezca de forma importante.

Lo conspiranoico puede ser un reflejo de esta tendencia a buscar coherencias fáciles, reforzadas en el seno de un grupo que se retroalimenta y en donde uno se siente aceptado, valorado y acogido. Una perspectiva unidireccional que facilita y simplifica el sentido de las cosas.

Podemos quedar petrificados y reproducir de forma mecánica nuestros estilos de existencia sin fin, impidiendo que nuestra vida se enriquezca de forma importante.

No es extraño que en el seno de las escuelas de psicoterapia también se dé mucho de esto y por ello se anquilosen y pierdan la posibilidad de ser creativas.

Quiero reivindicar la importancia de lo raro, utilizando la expresión tomada de dos neurocientíficos, Juan Diego Gomez y Willian Omar, frente a esa necesidad simple de coherencia. Creo que es importante liberar al cerebro de la adicción permanente a la normalidad, aceptando nuestras dudas y vulnerabilidades en la construcción de nuestros sentidos existenciales y así liberando nuestra creatividad.

Es una realidad que a veces esa rotura de la normalidad y el surgimiento de una nueva perspectiva ha estado relacionada con la patología: el derrame cerebral de la Dra. Taylor que permitió que su hemisferio cerebral derecho tomara el mando proporcionándole un cambio de perspectiva vital; La quizás probable euforia sifilítica de Bethoven en la composición del himno a la alegría; o la esquizofrenia de Van Gog que tanto influyó en su forma de procesar y plasmar en el lienzo su relación con la naturaleza.

Desde mi perspectiva podemos ver la realidad con ojos diferentes y no es necesario para ello que enfermemos. Lo que si es importante es que derrotemos a un estilo de yo rígido, que mantiene ideas polarizantes, podríamos llamarlas también memes como señala Dawknis, que adquieren una cierta autonomía y no contribuyen a la verdad sino solo buscan su supervivencia, hablemos de pulsión, arquetipo, refuerzo, doble vinculo, emoción reprimida o pensamiento adecuado, entre otras.

Desde mi óptica, necesitamos una visión ubicua, contradiciendo el mandato de nuestro lóbulo prefrontal que está incapacitado para procesar en paralelo, que permita una mirada que integre materiales que están en espacios distintos. El llevar a cabo este opus contra naturam es lo que nos va a permitir desarrollar el pensamiento creativo que enriquezca nuestra forma de entender la psicoterapia.

Lo que si es importante es que derrotemos a un estilo de yo rígido, que mantiene ideas polarizantes, podríamos llamarlas también memes como señala Dawknis, que adquieren una cierta autonomía y no contribuyen a la verdad sino solo buscan su supervivencia.

La filosofía de la integración

Desde mi óptica la integración en psicoterapia no trata de escuelas de psicoterapia que tienen la flexibilidad de incluir entre sus postulados aportaciones de otras escuelas y mucho menos de aquellos grupos que se definen como integrativos y lo que hacen es mezclar sin orden ni concierto diferentes postulados clínicos. La integración requiere de la ubicuidad de la que he hablado, de esa visión en paralelo que permita establecer un dialogo entre lo uno y lo múltiple, como podría señalar E. Morín, pero que nos proporciona un mapa en el terreno de la complejidad.

Otro filosofo contemporáneo, M. Gabriel, se convierte en una importante brújula epistemológica que nos permite entender los campos de significación específicos que corresponden a cada singular dimensión en la que nos vemos envueltos en nuestra práctica clínica

También M. Beuchot se convierte en un referente importante en el modelo al integrar en mi planteamiento el necesario dialogo entre una hermenéutica unívoca y otra equívoca, entre una perspectiva realista y otra constructivista.

Otros filósofos y epistemólogos han influido en la construcción de este modelo, pero sin duda, los tres citados son de vital importancia.

La integración requiere de la ubicuidad de la que he hablado, de esa visión en paralelo que permita establecer un dialogo entre lo uno y lo múltiple, como podría señalar E. Morín, pero que nos proporciona un mapa en el terreno de la complejidad.

Una psicoterapia de código abierto

A diferencia de otros modelos el trabajo dimensional permite que los investigadores vayan ampliando las herramientas que se utilizan en cada dimensión, permitiendo que el modelo se enriquezca de forma continua. Esto no es incompatible con que la PDD se plantee como una metodología científica que utilice los necesarios controles de acreditación.

La PDD

Mi modelo consta de las siguientes dimensiones: la relacional identitaria; la cognitivo-mentalizadora; La topográfico-elaborativa; La caractero-defensiva; La emocional-abreactiva; La conductual-modificadora; y la creativo-existencial.

Según el diagnostico diferencial vamos a primar el trabajo con ciertas dimensiones y en la medida que el sujeto va evolucionando se van integrando otras. Se trataría de un proceso dinámico que no sería incompatible con los márgenes de espontaneidad que necesita cualquier proceso terapéutico.

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