En la primera edición del DSM (1952), biblia de la categorización científica de los trastornos mentales, se presentó la homosexualidad como una enfermedad mental, considerando al homosexual como una persona con graves desajustes psicológicos. Pasadas dos décadas, en el DSM III (1980) desapareció cualquier mención de la homosexualidad como patología psicológica.
No es el objetivo de este artículo probar la contaminación de supuestos instrumentos científicos de diagnóstico por creencias, valores o ideologías dominantes, ni tampoco describir la evolución histórica de la despatologización de la homosexualidad o de otras formas de diversidad sexual, o de sus posibles causas, sino hablar de mi experiencia como psicoterapeuta en el que he tenido la oportunidad de trabajar terapéuticamente con personas cuyo deseo se dirigía hacia personas de su mismo sexo.
Tampoco va a ser objeto de este artículo analizar los denominados problemas de identidad de género, pues la complejidad de dicha temática requeriría de un análisis de mayor profundidad, no siendo pertinente el formato de un artículo de difusión.
Pese a los numerosos avances del conocimiento científico, vivimos una época en la que comienzan a evidenciarse ciertos movimientos regresivos, sobre todo los relacionados con ideologías ultra conservadoras, que contaminan lo que deberían ser intentos de analizar la realidad desde su complejidad con eslóganes puramente propagandísticos de acorde con sus valores y creencias fundamentalistas: la evolución no existe, si hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios cómo es posible que este se parezca a un mono; el cambio climático es una invención de los “seudoprogres” para impedir el desarrollo y el bienestar; las vacunas son un invento para tenernos controlados; eso de que haya un número considerable de mujeres que mueren asesinadas a manos de sus parejas es un dato poco contrastado y tiene la misma fiabilidad que las predicciones del CIS; y por supuesto, permitir que los homosexuales u otras personas que no profesan una forma convencional de vivir su sexualidad se casen es como pretender que unos pervertidos blanqueen su patología.
El que escribe este artículo es muy crítico con ciertas formas de entender el conocimiento científico, por su estrechez y mecanicismo, pero eso no me impide denunciar los análisis que están totalmente corrompidos por la ideología, la seudociencia o la magia.
Me voy a limitar a compartir con ustedes ciertas conclusiones que he ido extrayendo de mi práctica clínica en estos últimos cuarenta años:
- Cuando la consulta de una persona ha sido llevada a cabo por su homosexualidad o por considerar que su vivencia de la sexualidad no era la normal ha sido debida básicamente a tres posibles causas: Temor a las reacciones familiares o- y al contexto en el que se desenvuelve el consultante; por un fuerte complejo de culpa, relacionado con el haber interiorizado que el ser homosexual es algo malo; o por una mezcla de ambas consideraciones.
- En mi escucha como psicoterapeuta no he encontrado una tipología específica del ser homosexual (ni de otras pretendidas desviaciones sexuales). Lo que si he podido apreciar es un buen número de vivencias traumáticas relacionadas con la condición de ser homosexual (marginación, bulín, diferentes formas de agresión…)
- Cada vez es más frecuente que los psicólogos y psicoterapeutas con relación a la temática de la crianza hablemos de funciones y posiciones y no tanto de género. Podemos hablar de las funciones de sustento, de protección, de sentimiento… ejercidas por una mujer o un hombre o de las funciones de sentido, de orden, de autoridad… también ejercidas por una u otra persona y no condicionadas por el género de las mismas. Es obvio, que el plantear que una familia no tradicional sería algo muy perjudicial para el niño no se sustenta en criterios científicos.
- El relacionar la homosexualidad u otras formas de vivir la sexualidad de forma no convencional con el abuso, la pederastia o cualquier denominada perversión no se sustenta en ningún dato objetivo, sino en simples conjeturas y en los propios fantasmas de los voceros de estas aberraciones.
- La salud psíquica y la calidad de vida de un homosexual no tiene por qué estar condicionada por su especifica condición sexual, como ocurre de igual forma con las personas que se definen como heterosexuales o bisexuales
La metodología psicoterapéutica que he ido desarrollando estos años, la PDD, tiene un especial cuidado en los criterios diagnósticos, siendo muy minuciosa en su test de las diferentes dimensiones que utiliza como dispositivo observacional. Puedo decir, de forma radical, que la homosexualidad forma parte de lo que podríamos denominar la natural diversidad sexual y no puede ser considerada como una patología, desviación o perversión.
En definitiva, es muy denunciable la carga ideológica fundamentalista que pretende enjuiciar y limitar a un colectivo utilizando argumentos de ningún peso científico.
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